Romper para contar

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¿Por qué elegí dedicarme al cristal falso?

La mayoría de la gente sueña con ser astronauta, cantante o futbolista. Yo, desde pequeño, soñaba con hacer… que las cosas se rompieran. No por rabia, sino por pura fascinación. Ver cómo un objeto estalla en mil pedazos en una película, en una escena bien coreografiada, me parecía mágico. Esa combinación de tensión, sonido, luz y fragmentos volando por los aires me tenía hipnotizado. Pero más aún: quería saber cómo se hacía sin hacerse daño.

Ese deseo me acompañó desde mi infancia en Cartagena hasta mi vida adulta en Madrid. Y sí, la vida me dio muchas sacudidas, pero de todas aprendí algo que se ha convertido en mi lema: hay belleza incluso en lo que se rompe. Especialmente si está diseñado para romperse.

Del salón de casa a los sets de rodaje

Recuerdo quedarme solo en el salón hasta las tantas jugando a Super Castlevania IV en mi Super Nintendo. Ese mundo oscuro, lleno de ambientación y de acción, era mi refugio. Y ya entonces me fijaba en los detalles: cómo se rompían los cristales de las ventanas, cómo sonaban, cómo se deshacía una lámpara al caer. El caos coreografiado me llamaba.

Con los años, esa obsesión se convirtió en vocación. Estudié, investigué, me formé, y acabé creando mi propia empresa especializada en cristal falso y efectos especiales. En una industria donde los objetos deben parecer reales pero ser seguros, encontré mi sitio.

El cristal falso: más que un material, una narrativa

Cuando trabajas con cristal falso no solo estás fabricando un material. Estás construyendo una historia. Cada vaso que se rompe en una escena de pelea, cada ventana que estalla en una persecución, cada botella que se estrella contra el suelo en un drama… cuenta algo. Y si el espectador lo cree, si se deja llevar, entonces el trabajo ha sido perfecto.

Por eso para mí esto es más que un oficio técnico: es una forma de narrar sin palabras. Y eso me apasiona.

Mi visión hoy

Hoy, desde mi taller y en cada rodaje, sigo experimentando. Busco nuevas fórmulas, mejores acabados, más seguridad. Pero sobre todo, busco emocionarme con cada proyecto. Me gusta pensar que aporto un toque de verdad dentro de la mentira del cine. Una mentira tan bien hecha, que se siente real.

Y si a través de este blog puedo compartir ese mundo contigo —desde mis anécdotas más personales hasta los últimos avances del sector—, entonces, bienvenida o bienvenido. Estás invitado a descubrir el lado más frágil (y fascinante) del cine.

 

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